Por Lauren-Brooke Eisen*, Consejera Jurídica en Programa de Justicia en “Brennan Center for Justice” en Colegio de Justicia de la Universidad de Nueva York.
Durante las dos últimas décadas, entre los tomadores de decisiones de los Estados Unidos, el aumento del encarcelamiento ha sido una de las herramientas más populares para mejorar la seguridad pública. Debido a las políticas de sentencias mínimas obligatorias (“Mandatory sentencing”), a la Ley de prisión perpetua para tres reincidencias (“Three strikes”), a condenas extensas, a la “Guerra contra las drogas” y a una serie de otras políticas adoptadas, el número de personas encarceladas se duplicó en los últimos años con respecto de las que había en 1990. Con casi 2.3 millones de personas detrás de las rejas, la tasa de encarcelamiento de Estados Unidos es la más alta del planeta.
Desde los inicios de 1990, la tasa de delito también ha variado dramáticamente, pero en la dirección opuesta. La tasa de delitos violentos cayó casi un 50% desde su pico en 1991. Investigadores y especialistas han debatido acerca de las causas de este cambio significativo y aún constituye una pregunta difícil de responder. ¿Cuál fue la causa de la reducción del delito en Estados? ¿Fue realmente el aumento del encarcelamiento el factor más importante?
En un nuevo estudio intentamos responder esta pregunta. Los datos, que incluyen algunas contribuciones importantes de investigaciones previas, demuestran que numerosos factores jugaron un rol importante en la reducción del crimen, muchos de los cuales no están relacionados con las políticas de endurecimiento de la justicia penal. Factores económicos, sociales y medioambientales, incluyendo cambios en los ingresos salariales, la caída en el consumo de alcohol, el envejecimiento de la población y la incorporación de ciertas tecnologías como “Comp-Stat” en el gerenciamiento policial, jugaron un papel relevante.
Esta investigación concluye que el crecimiento de nuestro sistema de prisión ha sido tan significativo que hemos alcanzado un punto de rendimientos decrecientes en términos de reducción del delito, y hoy su efecto se ha vuelto insignificante.
Estados Unidos ha ido tan lejos en materia de encarcelamiento que en los últimos 15 años el efecto del aumento de encarcelamiento en la tasa del delito ha sido efectivamente cero. La razón de esto es simple. Cuando la tasa de encarcelamiento cae, el efecto en el delito es mayor; pero al mismo tiempo, cuando la tasa de encarcelamiento crece, tiene un escaso efecto en el delito. ¿Por qué? Porque cuando las cárceles son usados moderadamente, el encarcelamiento se reserva para infractores de alto riesgo y para los delincuentes más peligrosos. Hoy en día, en los Estados Unidos, se observan mínimas reducciones en el crimen, ya que, en promedio, los individuos que están hoy en prisión tienden a cometer menos crímenes serios. Actualmente, cerca de la mitad de los reclusos del país están cumpliendo condenas por delitos no violentos y casi la mitad de los internos de cárceles federales cumplen sentencias por delitos contra las drogas.
Algunos estados han demostrado que no se necesitan construir más prisiones para reducir el delito. California, Michigan, New Jersey, New York y Texas han reducido su población carcelaria, y al mismo tiempo el crimen continua decreciendo. Es un presagio prometedor que jueces y fiscales hayan empezado a considerar que un mayor número de reclusos y condenas más extensas ya no implican mayor seguridad para los ciudadanos.
El uso del encarcelamiento como único método de castigo ha superado el punto de rendimiento decreciente para la disminución real del crimen. Esperamos que los políticos, los jueces, los agentes de la ley y los ciudadanos tomen nota y pongan fin al uso del encarcelamiento como un primer recurso de castigo. Ahora que nuestro conocimiento es mayor habría que reorganizar nuestras leyes y prácticas para avanzar en el doble objetivo de mantener la seguridad pública y paralelamente disminuir el encarcelamiento masivo.
*Brooke-Eisen disertó en UNTREF acerca de los hallazgos del estudio sobre la reducción del delito en los EEUU