“Contar los presos. Notas sobre continuidades (y algunas rupturas) en la estadística penitenciaria argentina. A propósito de los Censos Carcelarios de 1906 y 2006”, presentado en el Seminario en el CELIV -Julio de 2017.
Por Hernán Olaeta (UBA-UNQUI) y Jorge Núñez (CONICET-INHIDE)
El artículo analiza, en una mirada de larga duración, una problemática clave de nuestra sociedad contemporánea: la precaria capacidad estadística del Estado argentino con respecto a la cuestión criminal y, a partir de esa limitación, la información que surge de los relevamientos oficiales en la materia.
Para ello, toma como objeto de análisis dos censos carcelarios realizados en 1906 y en 2006, destacando los mecanismos técnicos y herramientas metodológicas utilizadas y algunos resultados básicos. Las similitudes no se limitan al proceso de construcción de datos sino también en lo que ellos muestran. La tasa de encarcelamiento; la extracción social de la población; el alto número de detenidos sin condena o los principales delitos imputados son algunas características que se repiten, con matices, con un siglo de diferencia.
Otro aspecto que se analiza, pero que es necesario profundizar, es lo que denominamos la imposibilidad estadística del Estado argentino con respecto a la cuestión criminal. Así, luego del Censo Carcelario Nacional de 1906, encontramos múltiples proyectos e iniciativas de los Poderes Ejecutivo y Legislativo para repetir ese ejercicio, tan necesario a los fines de encarar una reforma penitenciaria. Sin embargo, los censos proyectados en 1922, 1932, 1948, etc., no se plasmaron en la realidad o si se realizaron tuvieron una mínima difusión.
¿Cómo explicar esta imposibilidad estadística en lo criminal del Estado argentino? El artículo no propone una respuesta definitiva a esta problemática, pero avanza en algunas ideas. Creemos que no fue exclusivamente por una cuestión presupuestaria: si bien el mundo de las prisiones lamentablemente no figuró entre las prioridades de la agenda política, hubo períodos con ingentes recursos destinados al sistema carcelario en las décadas que van de 1930 a 1950 (creación de la Dirección General de Institutos Penales; sanción de la Ley 11833; construcción de cárceles en los Territorios Nacionales; la democratización del bienestar impulsada por Roberto Pettinato en el primer peronismo, etc.); sin embargo, los censos carcelarios nacionales no se realizaron.
Por otro lado, una mirada al Censo de 1906, podría iluminarnos sobre la existencia de una concepción científica en gran parte de funcionarios y decisores políticos que remarcaba la importancia de las estadísticas carcelarias para operar y transformar la realidad penitenciaria nacional. Vinculado a esto también se puede destacar la relación entre elites técnicas (en este caso, Antonio Ballvé, Director de la Penitenciaría Nacional, el establecimiento modelo de la Argentina) y las élites políticas, representadas por el primer mandatario José Figueroa Alcorta, que respaldó políticamente el censo. Esta ligazón entre técnicos y políticos se observa en otros momentos de la historia argentina como la relación entre los directores de la DGIP, José María Paz
Anchorena y Roberto Pettinato, con las figuras más importantes de la política nacional. Pero, así como en el primer ejemplo se consumó un relevamiento carcelario de alcance nacional, en estos últimos casos no se avanzó en ese plano.
El salto al año 2006 nos muestra otro panorama caracterizado por una nueva demanda de información sobre seguridad ante un incremento delictivo y la instalación del tema en la agenda pública. Así, el Estado crea sistemas estadísticos en la materia que retoman los censos penitenciarios de alcance nacional a través de procesos y resultados que muestran muchas similitudes y algunas rupturas en relación a sus antecesores.
A partir de esta comparación y consciente de los riesgos que esto implica, el trabajo procura abrir el debate sobre una problemática que, pese al transcurso del tiempo, no pierde actualidad.