Una mamushka para pensar la inseguridad
*Por Esteban Rodríguez Alzueta
La inseguridad es como una mamushka, donde un problema contiene otro problema y este nos
lleva a otro como en un juego de espejos. En la Argentina contemporánea hay que leer los
problemas uno al lado del otro, no se puede pensar la inseguridad más allá de la violencia policial,
del encarcelamiento masivo preventivo y rotativo,
de la huelga policial, de la desconfianza policial y la
falta de acceso a la justicia, del delito predatorio y
la violencia expresiva, del miedo al delito y la
estigmatización social, de la expansión de las
economías ilegales e informales, del tratamiento
truculento que el periodismo ensaya sobre
determinados acontecimientos, de las recurrentes
campañas de pánico moral, de los linchamientos y
la justicia por mano propia, de los vecinos alertas,
del mercado de armas, el espionaje, de la
incapacidad de los dirigentes para gestionar, de la
demagogia punitiva, de la justicia burocrática, machista y clasista. La pregunta por la inseguridad
es una cuestión escurridiza que nos lleva a ensayar una suerte de parábola para aprender sus
múltiples objetos. La inseguridad, entonces, es una máquina con muchos engranajes que hay que
aprender a encajar, constelando una cantidad de eventos dispersos que parecen o se presentan
como eventos sueltos o inexplicables, con vistas a producir una retórica crítica que al mismo
tiempo que torna visible sus distintas dimensiones nos permita ensayar una serie de tesis que la
pongan en discusión.
La máquina de la inseguridad es la continuación de Temor y Control. Si en Temor y Control
buscaba dar cuenta de distintos elementos estructurales, con La máquina de la inseguridad me
propuse leer distintas coyunturas desde las estructuras, pero también desde las voluntades
sitiadas por aquellas estructuras. Se sabe: los hombres hacen la historia pero no la hacen a su libre
arbitrio. Si la noción de dispositivo en Temor y Control nos servía para pensar las articulaciones
estratégicas que determinados actores y agencias tramaron -movilizando recursos muy distintos-
para hacer frente a los fenómenos que referenciaron como problemas urgentes; la máquina de la
inseguridad nos informa del éxito de aquellas articulaciones. Redes de relaciones consolidadas en
el seno de las burocracias pero también consensos afectivos sedimentados en el imaginario social.
Una articulación exitosa es una respuesta que se vuelve automática, una disposición a actuar,
sentir y hablar que se hizo hábito, clisé, que se volvió máquina, que se encarnó en las
subjetividades. Una máquina que nos recluta y enrola, posiciona y carga tareas que no siempre
elegimos. Hablamos de una automatización de la percepción. Una máquina que interpela y afecta.
Somos soportados por una máquina que fija los límites de lo visible y pensable y, sobre todo, de lo
que vale la pena ser sentido. Porque ante el próximo-lejano, ese-otro que no comparte nuestros
estilos de vida, que tiene otras pautas de consumo, conviene mantener una distancia prudencial y
actuar preventivamente a través de una batería de prejuicios que estigmatizan y nos vuelven más
resentidos todavía.
La máquina de la inseguridad, entonces, nos está informando del
ensamble de las agencias y sus prácticas. Relaciones sociales
mediatizadas por un imaginario que tiene a la inseguridad como foco
de atracción, que nos junta sin necesidad de encontrarnos, que nos
devuelve a la esfera íntima y enclaustra frente al televisor, cada vez
con más miedo, más armas, rodeado de más policías, más cárceles, con
más bronca y manías paranoicas, más prejuicios que van poniendo las
cosas en callejones sin salida, desautorizando la democracia y
descalificando las políticas de la amistad.
*Docente e investigador de la UNQ y la UNLP. Autor de Temor y control (2014); La máquina de la inseguridad (2016) y editor de Hacer bardo. Provocación, resistencias y derivas de jóvenes urbanos (2016). Director de la Maestrías en Ciencias Sociales y Humanidades de la UNQ. Director del Laboratorio de estudios sociales y culturales sobre violencias urbanas (LESyC-UNQ). Miembro del CIAJ e integrante de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional.