* INFORME

DELITO EN CIFRAS

BOLETÍN NRO 29

SEPTIEMBRE 2022

Reincidencia:La necesidad de pensar “el día después”

¿Es la reincidencia en la Argentina un problema serio? ¿Cuál es el nivel real de reincidencia en nuestro país? ¿A quién se considera reincidente? ¿Cómo operan los organismos encargados de prevenir la reincidencia? Estas son algunas preguntas sencillas que hasta hoy no han sido posibles de responder satisfactoriamente. En el trabajo desarrollado por el CELIV se abordan estas y otras preguntas con el objeto de presentar una radiografía de la reincidencia en la Argentina y su impacto social. 

Con el crecimiento de la criminalidad y del aumento de la población carcelaria desde principios de siglo el problema de la delincuencia se ha agudizado. Cada año salen de las cárceles al menos 20.000 personas. En los últimos 6 años aproximadamente 100.000 personas privadas de su libertad (PPL) cumplieron sus penas y poco se sabe acerca de lo que sucede con ellas desde el momento que abandonan las cárceles. Sin embargo, hay bastante evidencia que sugiere que una porción significativa se re-vincula con actividades delictivas. Algunos de estos individuos son arrestados y una fracción de los mismos nuevamente condenados, teniendo que regresar a prisión o a cumplir una medida sancionatoria. Es decir, aunque no tengamos certeza, un número importante de estas 100.000 personas que recuperaron su libertad van a persistir en su carrera delictiva. Para ellos la cárcel habrá sido solo un eslabón o una interrupción momentánea de una larga trayectoria de criminalidad.

De acuerdo a distintas estimaciones, entre un cuarto y la mitad de las PPL son reincidentes. A pesar de constituir un creciente grupo de ofensores, las instituciones gubernamentales hacen muy poco en términos de intervenciones para reducir su re-vinculación con el delito y facilitar la transición hacia la libertad. Esto es acuciante ya que la actividad delictiva de aquellos que reinciden, especialmente en algunos tipos de delitos, suele ser más violenta y más “profesional” después de haber pasado por la cárcel, convirtiendo el tema en un problema de seguridad fundamental para la ciudadanía (Bergman y Fondevila, 2021). Las crecientes tasas de prisionización producen más reincidentes, que a su vez producen más crimen (Travis, et al 2014, Bergman, 2018). Es decir, la reincidencia es un factor fundamental en la generación de este círculo vicioso de más cárcel y más crimen. Y lo más sorprendente es que en Argentina prácticamente no existen ni métricas, ni evaluaciones de programas, ni estudios del problema que permitan primero diagnosticar adecuadamente su magnitud, para luego intervenir sobre el problema. 

¿Es la reincidencia en Argentina un problema serio? Para ello vale la pena detenerse rápidamente en los siguientes datos. Actualmente en el país hay cerca de 110.000 personas privadas de libertad y al menos otras tres decenas de miles con medidas de restricción. En el país hay más de 200 unidades carcelarias y cerca de 50.000 personas trabajan en los distintos sistemas penitenciarios. El costo de manutención mínimo de cada PPL es de al menos 10.000 dólares por persona al año, lo que arroja un costo presupuestal de, al menos, 1.100 millones de dólares al año! Además, hay un número significativo de fiscales, peritos, jueces y personal judicial para sancionar y ejecutar las penas. Sin embargo, a pesar de este muy oneroso sistema de castigo, el estado se desentiende de las personas que, habiendo cumplido la pena, recuperan su libertad. Una proporción indeterminada, pero muy importante, se enfrentará a serios problemas en su regreso al medio libre y volverá a delinquir, arrastrando también a su familia y la comunidad que lo rodea. En resumen, existe una maquinaria draconiana y costosa para castigar, y muy poco se hace para evitar que las personas, después de haber cumplido su pena, desistan del delito y eviten regresar a las cárceles. El cumplimiento de la condena no termina con el problema delincuencial.

La tasa de reincidencia entre las personas privadas de libertad condenadas disminuyó levemente los últimos años, aunque con el crecimiento de la población carcelaria aumenta su número en términos absolutos

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