Medios e inseguridad: un debate necesario
Por Brenda Focas, doctora en Ciencias Sociales, investigadora CONICET. Profesora IDAES-UNSAM/ UBA.
La preocupación social por el delito no es nueva, pero adquiere, en la sociedad y en la política actual una destacada centralidad, al tiempo que son renovados sus alcances e implicancias en torno a la categoría de “inseguridad”. Esta preocupación renovada y reconfigurada se asocia a la emergencia de un nuevo patrón de sensibilidades colectivas asociadas al delito. Así, desde hace al menos dos décadas, el problema de la inseguridad se ubica como la primera o segunda preocupación en todos los países de América Latina, a pesar de que existen entre ellos enormes diferencias en las tasas de homicidios y de otros delitos. Un elemento común es que los medios de comunicación - específicamente la televisión- son señalados como uno de los responsables de la creciente inquietud ciudadana y política. Se sostiene que estos exageran en la enunciación de las noticias policiales, que tienen intereses o intenciones políticas y económicas en generar miedo, y que por eso recurren a tácticas sensacionalistas. Esto gravita en que el nivel de cuestionamiento de parte de los gobiernos y de los especialistas por su impacto en el temor sea mayor y se suma a que las representaciones que promueven tienden a ser realmente sensacionalistas, conservadoras y, en algunas naciones, lisa y llanamente macabras. Más allá de las acusaciones generales, a partir de algunos trabajos hemos explorado los modos en que los medios inciden en temas de inseguridad.
En el libro "Inseguridad, Medios y miedos. Una mirada desde las prácticas y experiencias cotidianas en América Latina", que co-editamos con Omar Rincón, pudimos evidenciar que las principales discusiones del campo estaban marcadas por el lugar de las noticias locales/ nacionales, la experiencia de victimización y las atribuciones de responsabilidad que los medios les otorgan tanto a las víctimas como a los victimarios. Además, se percibe que distintos tipos de recepción que surgen de una misma noticia están condicionados por una serie de variables. En primer lugar, por la evaluación que el público hace del medio en cuestión, a partir de distintos grados de confianza previos (hallazgo propio de los estudios locales, no presente en los procedentes de los países centrales). En segundo lugar, por una serie de variables ligadas a los propios individuos, en particular, la experiencia de victimización y la percepción de cercanía o lejanía geográfica y/o social con el caso noticiable, y otras como el género, la ideología socio-política y la edad, específicamente. También se hace hincapié en la credibilidad de la fuente y en los procesos de trabajo de los periodistas de policiales, en especial a partir de los cambios en el sistema de medios que devienen en “audiencias convergentes”.
En este contexto, se torna relevante cuestionar miradas que se limitan a señalar a los medios de comunicación como únicos responsables en la generación de temores sociales. Alejarse del mediacentrismo que postularía que el sentimiento de inseguridad se reduce a una cuestión de efectos en las percepciones y comportamientos ciudadanos, constituye un avance indispensable para dilucidar el lugar de las noticias de inseguridad en el entramado de experiencias, comportamientos, sentimientos y creencias ciudadanas frente al tema.
* Co-coordinadora del Nucleo de Estudios en comunicación y cultura del IDAES y es integrante del Nucleo de estudios sobre violencias y muerte (IDAES).